Ya está, lo has decidido. ¡Vas a emprender! Te lanzas a la piscina. Lo tienes claro. No hay vuelta atrás. Tu proyecto, ese que siempre has tenido en mente y que le has dado más vueltas que una noria, por fin, va a ser realidad. En tu cabeza está súper claro. Tienes todo anotado y detallado. Pero, ¿y el dinero? La inversión, los gastos, los que serán los ingresos y cuándo empezaré a tener beneficios… Todo eso cuenta y mucho. Tienes que tenerlo claro desde el principio no sólo para que el negocio funcione sino también para tu tranquilidad. Necesitas sí o sí, antes de empezar y ponerte en marcha, un Plan Financiero.
Un plan financiero, pieza indispensable para emprendedores
Me da exactamente igual de qué sea tu negocio. Ya puede ser la startup más tecnológica y evolucionada del mundo o un negocio de punto de cruz. Sea de lo que sea, necesitas un plan de negocio. Y sin él, ya te adelanto que estarás abocado al más absoluto fracaso. Pueda que sobrevivas durante un tiempo pero sin plan financiero es imposible que tengas proyección, que puedas crecer y por supuesto, que vivas tranquilo y no se apodere de ti la más absoluta ansiedad económica – mental.
Así que si vas a poner un negocio y arrancar tu proyecto y no tienes plan financiero, es el momento. Y si tu negocio ya está en marcha y funcionando (o andando), no sé qué estás esperando para parar y ponerte manos a la obra. Si ya trabajas en tu proyecto, no tienes plan financiero y te pones a ello, descubrirás seguro algún que otro “agujero negro” que puedes tapar y vivir más tranquilo.
Sin plan financiero, no es por alamar ni ser pesada pero estás destinado al fracaso. Irás poniendo parches y tapando problemas sin que lo que trabajas, “te luzca”. Sin plan financiero no podrás crecer porque nunca sabrás cuándo es el momento adecuado y si te lo puedes permitir. Sin plan financiero te pasarás el día haciendo cuentas mentales y no vivirás y menos dormirás, tranquilo.
La no formación no es una excusa
El no saber hacer un plan no es excusa alguna para no poder hacer y menos, para tenerlo. A día de hoy en el que Internet nos aporta todo lo que podemos necesitar, un plan financiero está al alcance de todos. De hecho, sólo tienes que rebuscar un poco y encontrarás plantillas paso a paso para poder hacer tu propio plan.
Pero, si aún así te bloqueas, los números no son lo tuyos o crees que no serás objetivo, la mejor solución es siempre, subcontratar tu plan financiero. No te metas (como suelo decir) en lo que no sabes hacer bien y te va a generar más problemas que soluciones.
Desde el día que personalmente en mi negocio aprendí a delegar, soy muchísimo más eficiente. Primero porque vivo tranquila sabiendo que eso que a mí me preocupa, lo está haciendo otra persona. Segundo porque sé que esa persona, en eso, sabe más que yo. Y tercero porque el tiempo que he liberado de hacer eso que tanto me cuesta, lo estoy dedicando a tareas en las que yo soy mucho más rentable.
Si los números no son lo tuyo o estas muy ocupado, encarga este trabajo a otra persona y trabajarlo juntos. Al fin y al cabo son tus números y tú siempre tienes que estar al tanto de ellos.
Los puntos clave e imprescindibles de tu plan de negocio
Un plan de negocio puede tener tantas partes y aristas como tú quieras. Lo puedes engrandecer según quieras contemplar aspectos de tu negocio. Debe ser siempre un documento vivo en el que vayas incluyendo – modificando – eliminando según vaya aconteciendo. Siempre debes tenerlo presente para que sea un fiel reflejo de la realidad de tu empresa.
Más allá de lo extenso y completo que quieras hacerlo, hay partidas que sí o sí deben estar en él. Son imprescindibles y no puede existir un plan de negocio potente y sobre todo útil y eficaz sin ellas.
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Financiación:
De dónde vas a sacar el dinero que necesitas para tu negocio. Ya sea de tus propios ahorros, del banco, de un inversor… Sea de donde sea en tu plan financiero tiene que venir reflejado el origen de tu dinero disponible para tu empresa.
Piensa las posibles fuentes de financiación disponibles y valora bien las “consecuencias” de cada una de ellas. A veces la más atractiva al principio tiene letra pequeña.
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Inversiones:
Cuando sepas de cuánto dinero dispones y de dónde lo vas a obtener (y cómo) es el momento de detallar las inversiones necesarias para poner el negocio en marcha. Lo más aconsejable es hacer un listado de inversiones necesarias y después, ir estableciéndolas en un calendario para poder “repartirlas” en el tiempo según el cash disponible.
Mobiliario, local, maquinaria… Todo lo que se considere una inversión tienes que incluirlo, el tiempo de vida de la misma y su amortización.
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Ingresos:
Ahora empieza la realidad del día a día. Es importante proyectar los ingresos que consideras que vas a tener en el primer año – durante los 3 primeros años y después, proyectar a 10 años.
Los ingresos no son el beneficio sino el dinero que va a entrar en tu negocio a través de la actividad comercial que vayas a desarrollar. Las ventas, ¿qué ventas prevés en los próximos meses y años? Cuidado. Aquí hay que contemplar también los impuestos, que no todo es dinero para “nosotros” por así decirlo.
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Gastos:
¿Qué sería de un negocio sin gastos? Pues la verdad que poco o nada. Por mínimos que sean los gastos (como ocurre cuando ofrecemos un servicio que nosotros como personas desarrollamos), siempre hay gastos que imputar y que tener en cuenta.
Estos gastos deberán ser lo más reales posibles. Incluye todo lo que se derive de tu actividad: cuota de autónomo, material de papelería, luz de tu oficina, la oficina en sí misma si la tienes… Todo lo que necesites para trabajar debes contemplarlo en gastos.
Una vez que tengas los gastos e ingresos proyectados en tu plan financiero, podrás establecer lo que te quedará de beneficio y trazar una línea de actuación.
Es muy positivo con estos datos, desarrollar diferentes escenarios dependiendo de los ingresos que puedas obtener. Un plan conservador, un plan “equilibrio y realista” y un plan ambicioso. Según estos tres escenarios de ingresos – gastos puedes evaluar el tiempo de vida que tendrá tu financiación y dinero disponible.
Un plan financiero es indispensable para tu negocio. Estés en el punto y momento en el que estés, debes tenerlo y desarrollarlo. Si ya lo tienes, repásalo. Es un documento vivo, activo y que necesita de tu acción para no quedar en el olvido y que sea útil. Y ya sabes: si te va a superar, delégalo. A veces delegar es la mejor de las inversiones.